La cinta es nuestra Dosis semi-anual de acción a cargo de Jason Statham que ha conseguido hacerse de una carrera prolífica a través de cintas que exigen un presupuesto al menos ligeramente menor a las piezas de estudio mientras que entregan las dosis de adrenalina que dejaron un hueco después de que los 90s Arnold y Silvester quedaron ligeramente atrás. Me atrevería a decir que incluso Statham es quien carga con mantener el subgénero vivo en la actualidad.
En esta ocasión le vemos en un personaje retirado que trabaja en la construcción tiene un nexo importante con su hija y esta a su vez tiene una amiga que sufre de un secuestro, en todo ello ya logra una conexión al menos más elaborada que en Beekeeper del año pasado.
Después con la interacción con la hija de la amiga hay al menos un intento de comentario social que encuentro curioso en una pieza que tiene la acción enfocada al centro.
Y la acción por supuesto cumple lo que se espera de ella, a diferencia de la última pieza de Los Indestructibles donde el equilibrio de la trama y las estrellas rompe ciertos momentos, acá Jason puede hacer lo suyo sin contemplaciones y es muy eficaz en ello.
La manera en que la situación escala de una simple desaparición a Statham enfrentando a la mafia es quizá algo ya esperado pero divertido de todas formas.
Ante la ausencia de coreografias de pelea impresionantes en el cine de superhéroes después de 2021 esta pequeña cinta de acción se defiende y más a la hora de entregar enfrentamientos cumplidores para llenar las salas de cine antes de la temporada de verano.
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