Texto: AJ Navarro
Fotografías: OCESA / Liliana Estrada
Después de suspender su visita debido a ciertos problemas logísticos el año pasado, el dúo rockero conformado por el belga Brian Molko y el sueco Stefan Olsdal cumplió lo prometido con sus fans mexicanos en esta fecha reprogramada de su tour Never Let Me Go, entregándose por completo a sus fans que gozarían de una noche un tanto ecléctica en un reencuentro que tardó seis años en poder realizarse.
Antes de comenzar el show y después de un buen acto de apertura cortesía de la banda Vondré, las pantallas del escenario se encendieron para que la voz de Molko soltara una peculiar bienvenida y petición en español pidiendo al público no sacar celulares durante su tocada. “Disfrutemos el ahora y el presente, muestra música busca tener una trascendencia además es una falta de respeto para la banda”, se le oyó decir al cantante.
Minutos después de esa pequeña intervención, las pisadas en las gradas de concreto hacían retumbar el Palacio de los Deportes para recibir con estruendo a Placebo, que con ‘Forever Chemicals’ y ‘Beautiful James’, rola bastante coreada por los asistentes, iniciaban el show mientras las pantallas laterales del escenario mostraban a Molko tocando y los asistentes alzaban las manos al ritmo de sus acordes.
En medio de las cervezas, los ‘pitufos’ y uno que otro cigarro de marihuana, el ambiente continuó en el Domo de Cobre. Las luces rojas y los aplausos continuaron mientras que, sorprendentemente, parecía que los fans hacían caso a la petición de Molko pues era interesante ver que casi nadie sacaba su celular y solamente disfrutaban del espectáculo.
Ante el aplauso desvivido de sus seguidores, el siempre androgino Brian Molko, vestido de negro y con su pequeño bigote en el rostro, cambiaba guitarra por cada rola que tocaba, disfrutando cada momento acompañado de sus compañeros, de Olsdal y ese juego de luces que ahora iban entre el azul y rojo. “Miren a toda la gente reunida esta noche, gracias y bienvenidos. Mi nombre es Brian y la banda de rock es Placebo, esto es una noche muy especial para nosotros y esperamos que sea lo mismo para ustedes. Estamos todos en familia aquí y esta canción es para mi hermana”, declaraba el vocalista en español como la perfecta intro para ‘Happy Birthday in the Sky’ con los coros de Stefan.
Las cervezas y la locura volaron mientras otra rola en el setlist comenzaba después de una pequeña introducción ahora por Oldsal, que al lado de Brian se aventaba un riff final donde, al más puro estilo de Jimmi Hendrix, las guitarras lloraron a más no poder. Los aplausos siguieron mientras un juego de colores en la iluminación de naranja, rojo, azul y amarillo era el marco perfecto para la comunión que Placebo buscaba tener, creando la trascendencia de su música a través de sus seguidores.
Molko seguía con sus cambios de guitarra mientras la música se disfrutaba desde aquellas almas en pie al frente del escenario hasta el punto más elevado del Palacio donde el rock de Placebo continuaba provocando emociones a través de tragos de cerveza. Pero era inevitable sentir que, a pesar de toda la locura desatada, había algo esta noche que faltaba en la presentación. Y es que más allá de unos incautos levantados de sus lugares y aquellos en pista, Placebo parecía enfocarse en presentar su más reciente material que en la complacencia de los fanáticos de antaño confiando plenamente en la devoción que les tienen.
De repente algo en el escenario sucedió, pues ante las luces blancas y la entrada de un piano blanco para Oldsal que se preparaba para continuar con el setlist habitual, hubo problemas técnicos. Durante este inconveniente técnico, Stefan lanzaba una confesión. “Tenemos una sorpresa para ustedes, esta noche estamos filmando todo esto”. Al ver que el problema no se resolvía, Brian bromeó un poco. “Así es la música en vivo ¿eh?”, mientras los gritos de ¡Placebo, Placebo! parecían despertar a la gente. Sin embargo, esto representó un importante retraso en la presentación.
“No me gusta mucho este piano, creo que tenemos que devolverlo”, bromeaba un inquieto Molko mientras el escenario se vaciaba y pedían un minuto para continuar con el show. Ante la pausa inesperada, se prendieron las luces de los celulares para iluminar todo el Palacio de los Deportes y comenzar a hacer la ola en un acto de fidelidad y esperanza por parte de los fans de Placebo, como un llamado hacia la luz para que el reencuentro esperado siguiera su curso sin más contratiempos.
Afortunadamente, la paciencia no se agotó en los asistentes y entre algunos chiflidos de desesperación, Placebo regresó para seguir el show con una segunda mitad llena de, ahora sí, energía de clásicos, dando pie a ‘For What is Worth’, dando por comenzando el viaje por las viejitas pero bonitas de la banda que provocó que toda la entrega del público saliera por completo con aplausos, brincos y poniendo a todos de pie.
No había más, todo pasó a segundo plano ante ‘Slave to the Wage’, donde la molestia y los problemas anteriores fueron borrados en un Domo de Cobre que retumbaba ante el coro del abarrotado lugar que cantó toda la rola con las palmas arriba y un Olsdal visiblemente conmovido por la locura desatada hacia la banda en esos momentos. ‘A Song to Say Goodbye’ provocó que, ahora si, todos olvidaran la petición inicial de Molko y grabaran esta gran hit, para después sorprender con ‘Come Undone’, rola que desde el 2010 no tocaban en vivo pero que Placebo decidió ofrecérsela al público mexicano, que respondió al encender de nueva cuenta las luces de su celular ante el dolor de esta poderosa balada.
El pulso volvió alto mientras Oldsal prendía a la gente como buen animador, señalando sectores del Palacio como maestro de orquesta, logrando ensordecer a todos con los gritos de los asistentes y pidiendo silencio para el inicio de otra canción, una de las más esperadas de la noche, ‘The Bitter End’, con la que no hubo una sola alma que no cayera en el embrujo de Molko y su guitarra. La euforia continuó con ‘Infra Red’ donde nadie se podría salvar del potente latido de los corazones unidos al unísono de otro gran hit de este dúo mientras las luces rojas ponían la sensación adecuada.
Durante el primer encore, entre las luces amarillas del escenario apareció nuevamente un fantasma, aquel piano blanco que no funcionó la primera vez estaba de regreso para esta vez funcionar correctamente y así poder tocar ‘Too Many Friends’, con Oldsal sentado ante él y Brian demostrando su potencia vocal, completando el combo del piano con ‘Went Missing’. Al finalizar este segmento tardío, Molko pidió amablemente paciencia por dos minutos para tener su última vuelta al ruedo.
Es en este último impulso que los cover se hicieron presentes como la cereza del pastel de un show que había tenido de todo. Primero fue ‘Shout’, cover de Tears for Fears cantada por Stefan y con coros de Brian, siendo otro de los momentos más coreados por los presentes que ante el último silencio de las guitarras de Placebo gritaban a todo pulmón esa última estrofa de la canción. Pero ese repaso ochentero no terminaría ahí pues la velada con Placebo terminaría a ritmo de Kate Bush y ese extraño hit que se volvió tremendamente popular por la serie de Stranger Things, ‘Running up that Hill (A deal with God)’, con la oscura serenidad y agonía de Molko que elevó al público a una última posesión musical con la banda.
Definitivamente fue una noche sui géneros donde Placebo demostró que ninguna adversidad puede detener ese lazo con sus fans que, después de seis años, tuvieron de todo en una noche que quedó grabada para la posteridad, aquella en la que un belga, un sueco y miles de mexicanos se conectaron ante una presentación que le hizo honor al título del tour, pues queda claro que ese vínculo con México nunca lo dejarán ir.
SETLIST
Forever Chemicals
Beautiful James
Scene of the Crime
Hugz
Happy Birthday in the Sky
Bionic
Twin Demons
Surrounded by Spies
Chemtrails
Sad White Reggae
Try Better Next Time
For What It’s Worth
Slave to the Wage
Song to Say Goodbye
Come Undone
The Bitter End
Infra-red
Encore:
Too Many Friends
Went Missing
Encore 2
Shout (Tears for Fears cover)
Fix Yourself
Running Up That Hill (A Deal With God)