Texto: Adrián Salvador
Fotografías: dangr_25
El Foro Velódromo de la Ciudad de México fue testigo de un capítulo glorioso y, a la vez, agridulce en la historia del punk: el concierto de despedida de los legendarios The Adicts, como parte de su gira Adiós Amigos.
La noche estuvo cargada de una energía eléctrica desde el inicio, con Bloody Benders y MESS encendiendo a un público ansioso por ver a sus ídolos. El ambiente era pura camaradería punk: un cóctel de chaquetas de cuero, botas, mohawks y ese espíritu de comunidad que solo este género sabe crear.
Tras una larga espera, finalmente llegó el momento. The Adicts tomaron el escenario con sus icónicos atuendos inspirados en los drugos de La Naranja Mecánica y el maquillaje de payaso de Monkey, su carismático vocalista. No vinieron a despedirse con tristeza, sino a celebrar más de cuatro décadas de punk con toda la actitud y el espectáculo que los caracteriza.
El setlist fue un viaje en el tiempo a través de sus himnos más emblemáticos. Desde los primeros minutos, el lugar estalló en un pogo colectivo. Canciones como Numbers, Bad Boy y Joker in the Pack sonaron con una energía que desmentía los años de la banda. El foro se convirtió en una sola voz que coreaba letras convertidas en himnos de rebeldía y diversión por más de 40 años.
El escenario se llenó de los elementos clásicos de su show: confeti, serpentinas, globos y pelotas, transformando el caos del punk en una auténtica fiesta visual.
Pero la historia de esa noche no estaría completa sin una anécdota que encapsula el verdadero espíritu del punk: los fans que no habían logrado entrar al concierto dieron “portazo” en la entrada, permitiendo que varios seguidores más de la banda británica pudieran ingresar y vivir ese histórico adiós.
Lejos de empañar el evento, este acto de rebeldía solo sumó a la leyenda de la noche. Fue un recordatorio de que el punk no es solo música, sino comunidad, desafío a las normas y la convicción de que los espacios también pertenecen a la gente.
Los que estuvimos ahí vivimos una noche de punk puro, de esas que se graban a fuego en la memoria. The Adicts pueden estar diciendo “Adiós, amigos”, pero su legado de diversión, caos y rebeldía musical seguirá inspirando a generaciones enteras a gritar: ¡Viva la Revolution!






