Texto: Deftone
Fotografías: Deftone
Lo del martes 10 de junio no fue solo un show: fue un statement. Trueno se plantó en el Palacio de los Deportes como lo que ya es, una de las voces más potentes del hip hop en español y lo dejó claro con un concierto que combinó punchlines, puesta en escena cinematográfica y una conexión brutal con su audiencia.
Desde la primera pista hasta el último beat, el rapero argentino convirtió el Domo de Cobre en su casa, con un setlist de 28 tracks perfectamente armados que fueron mucho más que canciones: fueron capítulos de una historia personal y generacional.
La noche arrancó en clave de batalla con “Gransmaster”, puro ego-trip con técnica afilada. Sin respiro, soltó “BZRP Music Session Vol. 16” y “Fuck el Police Remix”, donde la carga política se impuso con visuales de protesta, patrullas y fuego. Desde ahí, el beat no bajó: “Rain 3” y “Feel Me??” se sintieron como himnos internos, casi confesionales, seguidos por “Fresh”, que sirvió de punto de quiebre para una vibra más melódica y soulful.
El bloque emocional llegó temprano, con “Real Gangsta Love” y “Cruz”, mostrando su lado vulnerable y reflexivo. A estas alturas, el Palacio ya estaba entregado, fluyendo con “Bien o Mal”, una joya de introspección sonora, y “Tierra Zanta”, una de las más coreadas de la noche, que conectó con la identidad latinoamericana y la espiritualidad callejera.
La línea bajó con “Panamá”, pero solo para volver a subir con “Night”, “344” y “Lauryn”, donde lo boombap clásico se mezcló con jazz, soul y barras que fluyen como agua entre samples. El diseño de luces y visuales acompañó cada cambio de mood como si se tratara de un videoclip en vivo.
El segundo acto fue una fiesta. “En la City” y “Tranky Funky” metieron a todos en la sintonía de cypher funkero y beat old-school. Pero fue “The Roof Is On Fire” la que terminó de incendiar el lugar, seguida por “Ohh Baby” y “Aparatos”, dos cortes que juegan con el groove y el autotune sin perder el filo de la letra.
Llegó el momento más crudo: el freestyle. Trueno paró todo, pidió silencio y escupió barras improvisadas con referencias a la CDMX, al calor del barrio, al legado de su padre MC Peligro y a la lucha del pueblo latino. Aplauso de pie. Acto seguido, “Background” y “No Cap” sellaron el combo técnico con rimas compactas, dobles tempos y punchlines certeros.
Y entonces: “Mamichula”. Sin Nicki Nicole, pero con un público que la cantó como si la relación siguiera intacta. Fue uno de los momentos más emotivos del show, que dio paso a un cierre de alto voltaje: “Cuando el Bajo Suena”, “Sangría”, “Atrevido”, “Violento” y la inevitable “Dance Crip”, con todo el público saltando, coreando y sintiendo cómo el beat bajaba desde el techo hasta los pies.
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