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Babylon

Texto: Celeste Alvarado

Escuchar el nombre de Damien Chazelle en torno a un proyecto siempre suena a seguras nominaciones, música increíble y personajes profundos. Babylon no es la excepción.
Escrita por el propio Chazelle y musicalizada por Justin Hurwitz, la historia gira en torno a la transición del cine silente al sonoro y en particular en Manny, un joven mexicano que comienza trabajando para un gran productor de cine y que, gracias a un golpe de suerte, una fiesta lo lleva a conocer a las dos personas que cambiarán su vida: la aspirante a actriz, Nellie LaRoy y el actor consumado Jack Conrad.

Manny y Nellie pasan un buen rato en la fiesta después que él la deja entrar de contrabando y ambos confiesan sus sueños, entre ellos el que comparten sobre su necesidad de estar en un set de rodaje. Sus aspiraciones se cumplen cuando Nellie es costeada después de que la producción pierde a una chica que usaría de extra al siguiente día y cuando Manny se convierte en asistente de Jack y también comienza a asistir al rodaje de su nueva película. Los dos prosperan y Nellie se convierte en la nueva “it girl” del cine de la época. Sin embargo, la burbuja color de rosa se romperá cuando las “talkies” lleguen a desafiar sus carreras.

En un descarado tributo a Singing in the rain, se podría decir que Chazelle intenta contarnos lo que pasó con esos actores a los que el cine silente dejó atrás y, en una lectura aun más profunda, como el cine es ese arte que va más allá y supera la historia de cualquier persona, lugar y época. Pero también es aquí donde el ego del director pierde el control y se monta a tratar de transmitir una lección de su propio entendimiento de la cinematografía que no me parece del todo necesaria, a veces hay que confiar en el juicio del editor.

Aclaremos el punto, no es que yo odie a Chazelle, vaya, que el tipo ha hecho cosas increíbles como Whiplash; sin embargo, creo que con Babylon exageró en lo que no debía exagerar.
Claro que queremos ver las exuberantes fiestas de los famosos de la época, claro que queremos conocer la vida de los actores (aunque sean ficticios inspirados en reales), claro que queremos entender lo que hay tras bambalinas de la evolución de nuestro preciado arte, pero afrontémoslo, la historia de Manny y Nellie no daba para 3 horas, además de que claramente las relaciones de amor tortuosas entre artistas fracasados empiezan a ser su fuerte (Hola LaLaLand).

Entonces, ¿por qué querríamos ver Babylon?..dos palabras: Brad Pitt. Y no, esto no tiene nada que ver con lo guapo que es Brad, esto es porque el arco del personaje de Jack Conrad es el viento de aire fresco que uno necesita entre lo pesado que se vuelve el resto de la trama.

Mucho se ha dicho que Chazelle se inspiró en Douglas Fairbanks, Don Gilbert y hasta Roberto Valentino para crear a Jack, pero la realidad es que Pitt nos trae una master class del eclipse de la estrella de cine que, al final del día, se cuestiona cómo seguirá su vida si la evolución del arte lo supera y vaya que lo hace de una forma incuestionable.

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