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DLD, un concierto que nos dio vida

Texto: Arturo Santillán

Fotografías: OCESA / José Jorge Carreón

En punto de las 8:45 de la noche, Francisco Familiar, Erick Neville y Edgar “PJ” Hansen, integrantes la banda nacida en el Estado de México, hicieron su arribo ante el Coloso de Reforma.

Con un Auditorio Nacional lleno y un sorbito de vino, comenzaron los primeros acordes de “Némesis”, “A partir de mañana” y “Sigo siendo yo”… Esto apenas era el inicio y el público, me incluyo, ya estábamos entregados a DLD, quien nos deseo un feliz día de la Candelaria.

Siendo su primer concierto del año (ya quisiera yo haber descansado todo enero), comenzó a sonar más de su reportero y con ello, un desfile de invitados especiales. Entre ellos Leo de Lozanne que compartió la rola “A/C”, Dario Vital de Comisario Pantera con “Un vicio caro es el amor” (mis respetos para este cabrón).

Continuó el concierto y ya nos sentíamos agradecidos con semejantes colaboraciones, pero por si no fuera poco, “Está bien” fue acompañada de el magnífico saxofón de Mauricio Oseguera, sí, el de Panteón Rococó.

¿Se imaginan la oportunidad de tocar con su banda favorita? Pues Gustavo, quién dos años atrás tocó “Mecánica” después de ganar un concurso para estar con ellos, subió al escenario y la tocó ante un público eufórico.

Ya se veía venir el final y aunque todo el concierto estaba siendo una gozada con canciones como “Estaré”, muchos ya esperábamos el cierre, no por malo sino por ansiosos…
Pero le tocó el turno a más invitadas especiales y así llegó el momento de la acinturada Yoss Bones con “Tóxico”, y Renee Moi con “Arsénico” (gracias por gritar y arruinar la rola).

Pero por fin, llegaron las que todos nos sabíamos y que derrumbaron el recinto entre coros, gritos y lágrimas de emoción.

Después de cinco minutos de dejar el escenario, DLD regresó a entonar “Accidente”, “Mi vida”, “Todo cuenta” y “Por siempre” con esta última es donde hablo de lágrimas, y sí, fueron las mías.

Así después de casi dos horas, finalizó un concierto digno y que sólo me hace pensar una cosa:

¡Tómame Francisco! Así se hace un concierto sin playback y lleno de actitud. Agradecido con el señor (que los llevo al Auditorio Nacional, jajaja).

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