Drop

DROP: AMENAZA ANÓNIMA

Suspenso al Límite Entre la Elegancia y el Exceso

En el amplio espectro del thriller contemporáneo, Drop se posiciona como una propuesta intrigante que, sin renunciar a la premisa básica del suspenso, decide jugar con sus propias reglas, a veces con resultados estimulantes, otras con tropiezos evidentes. La cinta, dirigida con pulso incierto pero ambicioso, parte de una idea fuerte que, aunque por momentos se le escapa de las manos, logra mantenernos atentos a lo largo de su extraño recorrido.

La historia gira en torno a Violet, una mujer común que acepta ir a una primera cita, sin imaginar que la noche tomará un giro radical hacia el terror psicológico. Lo que inicia como un encuentro casual se convierte rápidamente en una pesadilla: alguien ha secuestrado a su hijo y la amenaza con hacerle daño si no asesina a su acompañante antes de que termine la velada. Este gancho inicial, que suena a mezcla entre Phone Booth y Gone Girl, establece una tensión inmediata que funciona bien en sus primeros compases. Hay algo magnético en la premisa: el juego perverso entre la aparente normalidad y la violencia inminente, la posibilidad de que cada decisión tenga consecuencias irreversibles.

Violet, interpretada con compromiso aunque limitada por un guion algo desigual, es un personaje que transita entre lo reconocible y lo arquetípico. En algunos momentos logra evocar empatía, pero también cae en clichés que debilitan la credibilidad de su arco emocional. Aun así, su presencia mantiene un nivel de interés suficiente para que nos involucremos en su difícil dilema moral: ¿Hasta dónde estaría dispuesta a llegar una madre para proteger a su hijo?

La evolución de los acontecimientos, sin embargo, es donde Drop comienza a desbordarse. Lo que podría haberse sostenido con un tono contenido, como un thriller psicológico de cámara, opta en cambio por una escalada casi caricaturesca hacia lo inverosímil. Las situaciones se multiplican, los giros se acumulan y el ritmo se acelera más de lo que la narrativa parece estar preparada para manejar. Esta decisión puede leerse como una apuesta por el exceso estilizado, una suerte de homenaje a los thrillers sensacionalistas de los años 90, pero no siempre aterriza con la solidez deseada.

En ese sentido, la elegancia inicial se entrelaza con una extravagancia que recuerda a obras como The Game o incluso a ciertos excesos de Wild Things, aunque Drop carece del refinamiento visual y narrativo de aquellas. Dependiendo del humor con el que el espectador llegue a la sala, esta mezcla puede resultar deliciosamente impredecible o simplemente incoherente. Hay algo encantador en lo camp y lo desmedido cuando se maneja con ironía y autoconsciencia, pero aquí esa línea se difumina, dejando en duda si el desequilibrio es intencional o un efecto colateral.

Un detalle interesante —y quizás no del todo planeado— es que Drop comparte su fecha de estreno con Amateur, otra cinta de presupuesto contenido que también explora los límites éticos impuestos por la tecnología y el control invisible de nuestras vidas. Aunque Drop no pretende reflexionar a fondo sobre estos temas, hay en su trama una especie de advertencia implícita sobre los peligros de la vigilancia y los algoritmos que nos rastrean, sobre todo cuando se convierten en armas en manos equivocadas. Es una lectura paralela que se desprende del subtexto, aunque no sea el motor central de la narrativa.

Lo que Drop realmente persigue es la tensión, el drama inmediato, y una sensación de incomodidad constante. Y aunque a veces la lógica interna del guion se tambalee, consigue mantenernos al filo del asiento por lapsos considerables. El mérito está en no perder completamente el enfoque en Violet, incluso cuando la historia se vuelve más enrevesada de lo necesario. Hay escenas, especialmente en la recta final, que logran transmitir desesperación real y dudas morales que nos sacuden como espectadores. Eso, en un mar de thrillers genéricos, ya es decir bastante.

Quizá lo más justo sería considerar Drop como parte de esa categoría de películas medianas que buscan entretener y sacudir sin grandes pretensiones, pero con cierto estilo. Es una cinta que sirve como una despedida para las producciones independientes e intermedias antes de que las carteleras vuelvan a ser dominadas por el desfile de superhéroes y franquicias mastodónticas. Puede no ser perfecta, ni siquiera completamente coherente, pero tiene personalidad, y eso hoy en día ya es una rareza.

Drop es, en resumen, un thriller que se atreve a tomar desvíos. Algunos nos llevan a paisajes interesantes; otros, a callejones sin salida. Pero al menos se arriesga, y eso también es parte del juego del buen cine de suspenso.

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