Texto: Jorge Gonzalez
Llega a cines la cinta “Un vecino gruñón” o “A man named Otto” en su idioma original dirigida por Marc Foster y protagonizada por Tom Hanks y Mariana Treviño
El filme es un remake de una película sueca que a su vez está basada en un libro de Fredrik Backman que inició tras crear un personaje para un blog continuo. Pero fuera de esta curiosa anécdota de origen podemos abordar la producción por sus propias fortalezas y desaciertos, parte de la campaña menciona el rol de Tom Hanks como un personaje no tan afable, pero en realidad Hanks ha venido entregando personajes de distinto carácter y personalidad durante toda su carrera, aquí interpreta a un personaje antipático durante la primera parte de la cinta sin que esto imposibilite sonreir, eso si, el humor de la cinta a veces recae en hacer bromas sobre muerte y suicidio así que hay para quienes la experiencia puede resultar extraña -no para mi, a mi me hizo reir mucho-.
La historia de Otto es la de un hombre que mantiene un rígido calendario y no se adapta a los cambios en principio, ha perdido a su compañera de vida, su trabajo y busca morir, la llegada de nuevos vecinos y la reconexión con otros tantos que habitan la misma zona pero ha ido alienando a través de los años le otorga propósitos temporales para continuar, pero quizá a su historia le basta ir un paso a la vez para poder recorrer el sendero que resta a su vida con una mejor actitud.
Es notable el modo en que la comedia y el drama se mezclan sin disminuir la una a la otra y también es interesante lo frescos que se sienten los personajes secundarios a pesar de aparecer poco tiempo en pantalla, hay un recurso de flashbacks que cuenta un poco de la juventud del personaje que nos deja un par de escenas memorables aunque quizá gran parte de la narración podría haberse intuido aún sin ellos.
La familia de vecinos nuevos encabezada por Mariana Treviño es el foco del humor menos oscuro de la cinta, la interacción de Otto con la pareja y sus hijas es entrañable y forma un eje en el desarrollo del personaje, hay ciertos detalles que se dejan evidentes sobre la jefa de familia en las que desafortunadamente no se dan tiempo de profundizar -compartía con la esposa de Otto un conocimiento académico de literatura- pero fuera de ello tratan de utilizar las interacciones del mejor modo posible, no puedo sino creer que la producción le pidió a Mariana que le subiera varias rayitas a su acento para hacerlo más notable y reconocible de acuerdo a lo que otras personajes latinas en el pasado han manejado, puede ser una ligera inconveniencia pero no resta al desarrollo de la historia sencilla de fraternidad entre extraños que presenciamos.
Un hombre llamado Otto o Un vecino gruñón como eligieron llamarla en estos lares no es una cinta trascendental pero si cuenta con actuaciones que resultan agradables, un guión que se sostiene en su propio universo y puede disfrutarse en familia durante la semana entre Navidad y Año Nuevo que además permite hacer reflexiones personales si uno se siente inclinado a ello.